Inclusión: Un colegio de San Martín implementó la Lengua de Señas como materia obligatoria

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Al igual que Matemáticas, Prácticas del Lenguaje, Historia, Geografía, Biología e Informática, la materia es de régimen obligatorio y debe ser aprobada.

Se trata del Instituto Agustiniano, ubicado entre las calles Francisco Hué, José C. Paz, Salguero y Libertad, en la localidad de San Andrés, y es pionero en abordar la inclusión.

Al igual que Matemáticas, Prácticas del Lenguaje, Historia, Geografía, Biología e Informática, la materia es de régimen obligatorio y debe ser aprobada. Claro que, en comparación con las nombradas, hay dos diferencias sustanciales. La primera es el espacio que contiene en el programa de lunes a viernes (40 minutos, un día a la semana) y la segunda y principal es la manera en que se ­desa­rrollan las clases: los alumnos se sientan en un semicírculo, utilizan tapabocas transparentes que ­permitan comprender la lectura labial, expresan con las manos y el cuerpo todo aquello que desean comunicar y, sobre todo, permanecen en silencio.

El tándem que componen las profesoras Lucía Fauve y Laura Garello lleva adelante estas clases.

Fauve es la profesora principal del curso. Es sorda desde que tenía tan solo un año de vida, cuando una meningitis le hizo perder por completo la audición. Actualmente, además de ser el pilar fundamental de las clases, participa del primer noticiero de personas sordas que se ideó en el municipio de San Martín. Garello, por su parte, quien se desempeñó como directora de la Escuela n° 505 del distrito que trabaja integralmente con chicos de esta condición, es la mediadora entre Lucía y los alumnos.

Lo cierto es que, más allá de haber implementado en este 2022 la Lengua de Señas como materia obligatoria, el Instituto Agustiniano, al que concurrieron reconocidas figuras de la política como Sergio Massa y otras del ámbito del periodismo como Nicolás Novello, viene empleando esta temática hace una década y media. Hace 15 años se realizaban talleres aislados para que los jóvenes, paulatinamente, adquirieran conocimientos al respecto. De hecho, la propia Laura Garello, en su rol como directora de un colegio para chicos sordos, llevaba ello en sus registros.