Por Diego Dieguez Ontiveros: Tristemente célebres…

“La disciplina es un principio de control de la producción del discurso. Ella le fija sus límites por el juego de una identidad que tiene la forma de una reactualización permanente de las reglas”. Michel Foucault en "El orden del discurso".

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Nunca serán aclamados por el pueblo. Jamás formarán parte de la épica de un verdadero cambio. Sus togas y trajes no representarán los más enaltecidos idearios de justicia liberal (no neo-liberal… se entiende?).

Sus firmas envilecidas por el odio , la venganza política o simplemente por el dinero tampoco ilustraran los anales de Doctrina y Jurisprudencia.

Pasarán a la historia como los artífices, escribas, amanuenses o sicarios de la tinta que persiguieron a los opositores políticos de ciertos gobiernos.

Serán los jueces del Lawfare…

Exhibirán a sus pichones de traidores las medallas y diplomas recibidos en espacios pseudo académicos de adoctrinamiento que, por lo general, se encuentran lejos de sus países tercermundistas.

Caminarán por los pasillos de los palacios de justicia de la región al sur del Río Grande creyendo que salvan sus patrias y “purifican” el sistema aunque , para hacerlo, deban violar ciertas reglas consagradas constitucionalmente.
La excepción, entonces, será la regla.

La mentira, la difamación, la selectividad mediática en el análisis de las pruebas que llegan a mano de ciertos periodistas antes que a la de los abogados defensores, la virtualidad de los encarcelamientos, los testimonios de arrepentidos colaboradores que “espontáneamente” confiesan y señalan hacia arriba, entre otras tácticas, intentarán colonizar los espacios de diálogo social.

Saldrán en las tapas de los periódicos y algunos hasta en las revistas de moda o tendencia.

Se sentirán empoderados y consentidos por el poder de turno, revestidos de elogios a sus nuevos “quehaceres” investigatorios …tan aletargados en otras épocas, tan vertiginosos hoy.

Pasarán su cuarto de hora, ya nadie los entrevistará y hasta seguramente le retirarán el saludo la mayoría de los colegas.

Tardíamente tomarán cuenta que la violación de derechos y garantías que hoy cercenan no es otra cosa que su propia falsa moral al descubierto.

Se jubilarán sin la pompa que hubieran imaginado en la vorágine de sus momentos de gloria.

Y dejarán sus fallos temerarios, arbitrarios y persecutorios como material académico… para los que enseñamos lo que no hay que hacer.