Las picadas habían sido difundidas a través de las redes sociales y se había hecho un seguimiento del modo que operaban estos infractores. A su vez, personal de tránsito municipal labró actas y realizó unos 60 controles de alcoholemia.
Muchos de los vehículos se encontraban con alteraciones de parámetros de medidas de fábrica y eran un potencial peligro para el resto de los automovilistas que circulaban en la zona e incluso para los mismos organizadores de la picada.