Los gobiernos hacen todo lo posible para frenar la propagación del coronavirus, especialmente en el área metropolitana de Buenos Aires, se mantendrán algunas dinámicas típicas del conurbano, como la ocupación ilegal de la tierra.
Este es el caso de la ciudad de Pilar, donde algunas familias aprovecharon la negligencia del municipio para construir casas, a pesar de que, en el marco de la pandemia, se prohibió la construcción privada.
El evento fue registrado por los residentes de la comunidad cerrada de Mayling, quienes advirtieron que desde marzo, las obras en un terreno lindero al club, que había sido ocupado unos seis años atrás.
Una vecina del barrio cerrado expresó que: “Hay una casa de dos plantas que se empezó a construir durante la cuarentena. Venimos llamando todos los días al municipio, a dos comisarías, al 911, hasta al teléfono de emergencias del Covid-19, pero no nos han dado ni respuesta ni solución”.
Según la vecina, la convivencia con los ocupantes del terreno, ubicado sobre la calle J. Thames 700, es “inviable” y “peligrosa”, ya que, en más de una ocasión, les han arrojado ladrillos y botellas; también, la vecina denuncia haber visto a personas treparse al paredón de club, con actitud intimidatoria. A medida que se expanden los asentamientos, esta situación se vuelve más complicada.
“Empezó como un trabajo de hormigas y ahora lo convirtieron en una especie de barrio cerrado, pero del otro lado”, expresa la mujer. Asimismo, resalta que la primera vez que empezaron a poner un ladrillo, tendría que haber venido algún funcionario a poner un límite y enfatiza que esto es un problema que preocupa a varios socios, no solo los perimetrales.
El terreno tiene 40 metros de ancho y 90 metros de profundidad y fue ocupado por Walter Villafañe -vendedor ambulante de comida y operario de la construcción- y su yerno, Nicolás, hace aproximadamente seis años. Ambos viven allí con sus familias y, con el paso del tiempo, subdividieron el lote en parcelas más pequeñas y luego los “vendieron” a otros.
Hoy en día, hay seis parcelas delimitadas por alambre y nylon verde, y alrededor de cinco casas que están construidas con una combinación de chapa, madera y ladrillo. Villafañe afirmó que están haciendo los papeles para poder comenzar a pagar los impuestos correspondientes
El modelo fue copiado a 200 metros más al sur, cerca de la intersección de las calles Thames y Darregueira, donde existe otro terreno ocupado y subdividido en seis lotes, que se consolidó hace algunos años. Juan Naranjo, de 39 años, vive allí, trabaja en la instalación de sistema de alarma y compró una de estas parcelas con su esposa hace 5 años.
Según Naranjo hacia el fondo de la calle, va llegando gente nueva y es una ocupación que está creciendo, a diferencia del área en la que él vive, donde no hay más lugar para construir.
Aunque los vecinos del área advirtieron al gobierno de Pilar, la intendencia reconoce el problema pero afirman que esta es una de las miles de irregularidades que existen en el municipio, pero ninguna es reciente y no es adjudicable a un solo gobierno.
Según el municipio, aunque las ocupaciones son conflictos a abordar desde lo social, la legitimidad de este asunto está fuera del alcance del municipio:”El conurbano tiene permanentemente el riesgo de toma. Lo que necesitas, en términos de justicia, es que haya un dueño que reclame su propiedad privada y, así, el fiscal puede dar una orden de desalojo y la policía, sacarlos. Todo este procedimiento compete al privado, que tiene que hacer la denuncia. Como no aparece, deja trunca la acción”.
En el entorno del intendente local, Federico Achával, también confirmaron que: “si llegaron reclamos recientes, tienen que estar registrados y seguirán los canales correspondientes que, desde ya, se encuentran demorados por la pandemia”.
Las autoridades de Mayling Club de Campo -cuyos socios, junto con otros propietarios de lotes sobre Thames, son damnificados directos del afianzamiento de asentamientos informales a su alrededor- comunicaron a LA NACION que al detectarse la presencia de construcciones nuevas en terrenos linderos, el Club tomó contacto con la municipalidad para que se controle que las edificaciones se encuentren autorizadas y de acuerdo a las normas reglamentarias, por ser, ese, un tema de su competencia.
Las denuncias, al parecer, se han elevado por varios frentes. Un vecino de la zona, que prefirió no identificarse, declaró: “Es un tema de fondos, haces la denuncia y si tenés suerte te dan bolilla, sino lo tenés que resolver por tu cuenta. Yo he tenido problemas de ocupación, personas que han invocado boletos de compraventa de mis terrenos, pero tuve que arreglarlo solo. Hay oportunismo ante la inacción”, dice un vecino de la zona, quien prefirió no identificarse.
El propietario tiene terrenos en venta desde hace tiempo, pero no logra concretar la operación. “Esa parte de Pilar está olvidada, ni la zona ni el contexto de vecinos ayudan, entonces los terrenos son invendibles”, se lamenta.
Estela Schmidt, una mujer de 70 años que vive sobre la calle Thames con su familia, hace más de 23 años, en un terreno que adquirió por medio de procedimientos legales; explica que las quintas suelen ser heredadas con deudas “insostenibles”, que dificultan la venta de terrenos y facilitan su ocupación.
“Son predios de 3700 metros cuadrados, que acumulan deudas muy grandes, porque los dueños eran gente mayor. Al pasar a sus herederos, ellos no pueden escriturar porque no pueden levantar la deuda. Por este motivo, tampoco pueden dividirlas y, entonces, otra gente los ocupa”, dice Schmidt.